Monday, October 22, 2007

Trotskismo en La Habana


En Trilogía sucia de La Habana, Pedro Juan encuentra una pareja canadiense que trata de ganar apoyo de trotskismo en Cuba. Él llama estos personas troskistas, y su ideología es basada en las ideas del teórico, Leon Trotsky. Trotsky trabajó en la Unión Soviética como el Comisario de las Personas para los Asuntos Exteriores. El fundó luego y estuvo en control del Ejército Rojo. Las ideas de Trotsky difirieron a las de Joseph Stalin, y así, él lanzó un ataque contra Stalin en 1924. Esta lucha fue sin éxito y Trotsky fue expulsado del partido comunista en 1929. El entonces se mudó a México donde él fue asesinado por un agente soviético en el 20 de agosto de 1940. Su ideología, trotskismo, es una teoría de marxismo e incluye su idea de la “revolución permanente”. Esto significa que una estructura de la economía debe ser utilizada a través del mundo para trabajar sinceramente. El desarrollo nacional varía en cada país porque es dependiente de factores locales como los recursos disponibles y la población. Sin embargo, el desarrollo de la economía de un país es también dependiente de la economía del mundo. La filosofía de Trotsky indicó también que la clase obrera dominará la clase revolucionaria debido a sus posiciones en la economía y la industria.

Los troskista en la novela desean enseñarles a más cubanos sobre el trotskismo y ganar su apoyo. Con más cubanos que siguen esta ideología, Castro puede ser destronado y un líder que apoya trotskismo puede dirigir Cuba. Para realizar su meta, los troskista le dan folletos a Luisa así que ella puede dar los folletos a los otros en la fábrica donde ella trabaja. El problema es el folleto es compuesto para mujeres rusas. En la portada hay un foto de una dama rusa vestida de negro con guantes y una bufanda. También, “En una esquina decía: ‘Guardia de honor soviética.’” (Gutiérrez 199). El folleto dirige los conciernes de mujeres rusas. Sin embargo, las preocupaciones de mujeres rusas difieren de las de mujeres cubanas. Las culturas son demasiado diferentes. Adicionalmente, los esfuerzos de Leon Trotsky no afectan a los cubanos y su vida diaria. Como resultado, Luisa no entiende la información en el folleto: “Luisa intentó leer el folleto, pero no entendió nada y poco a poco lo gastamos para ir al inodoro” (Gutiérrez 199). Así, los folletos nunca son traídos a la fábrica y los esfuerzos de los troskista son malgastados. Ellos nunca podrán ganar apoyo en Cuba con los folletos dirigidos a las mujeres rusas.

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